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Las múltiples ventajas del cultivo de cannabis sin laboreo
Nuestro planeta pierde cada año unos 23.000 millones de toneladas de tierra fértil. Si seguimos así, dentro de 150 años habrá desaparecido toda la tierra cultivable. La única forma de remediar esto es que los agricultores usen métodos de cultivo que mejoren y nutran la tierra a largo plazo.
El sector del cultivo de cannabis se enfrenta a dos grandes cuestiones: la sostenibilidad de los cultivos y la seguridad de los productos químicos utilizados. Sin embargo, existe una solución que podría resolver ambos problemas simultáneamente: la agricultura sin labranza. El cultivo “sin laboreo” es un método que utiliza sistemas naturales y materiales ecológicos para crear un entorno sostenible para las plantas. Esta técnica no requiere ningún producto químico peligroso y es mucho más práctica que muchas alternativas.
¿QUÉ ES LA AGRICULTURA SIN LABRANZA?
La agricultura sin labranza, también llamada agricultura sin laboreo o siembra sin labranza, es un método de cultivo que no perturba la tierra mediante el arado. La labranza es una forma de alterar el suelo, ya sea manual o mecanizada, que implica cavar, remover y voltear la tierra. Tradicionalmente se hace con un arado, que se hunde en la tierra para voltear las capas del suelo. El objetivo de esto es airear y reabastecer el suelo gastado por cultivos anteriores, preparándolo para la siembra de semillas.
Por otro lado, el cultivo sin laboreo (al no perturbar la tierra y los microorganismos que la habitan) permite que el suelo sea un ecosistema vivo que se reabastece mediante una combinación de bacterias y hongos beneficiosos, y otros organismos vivos como los insectos. El continuo reciclaje de nutrientes aumenta la capacidad de retención de materia orgánica del suelo, así como la absorción de agua.
VENTAJAS DEL CULTIVO SIN LABOREO
La agricultura sin labranza ofrece muchas ventajas, entre las que destacan su naturalidad y sostenibilidad. Aunque la tierra labrada desde luego es efectiva para cultivar cannabis de buena calidad, la labranza altera la estructura natural del suelo, así como los microorganismos que lo habitan. A largo plazo, la agricultura sin laboreo mejora la calidad del suelo, al aumentar la actividad biológica y la cantidad de materia orgánica, y al reducir la erosión del suelo y la evaporación del agua.
En la agricultura sin labranza, la naturaleza se encarga de todo, y el suelo es un ecosistema vivo y natural. Y, dado que la tierra no contiene aditivos dañinos, puede reutilizarse durante años. Esto no solo te ahorra tiempo y dinero, sino que es más respetuoso con la naturaleza, y además es mucho más sano consumir marihuana cultivada de esta manera.
ERRORES COMUNES
Un temor muy extendido es que el cultivo sin laboreo produce un cannabis de calidad inferior, comparado con otros métodos, o que las cosechas son mucho menores. Ambas afirmaciones son totalmente falsas. Los biomas más prósperos de la naturaleza son los que han sufrido menos perturbaciones, como los bosques de secuoyas del Pacífico Noroccidental y las selvas tropicales de Indonesia.
Quienes se plantean el cultivo sin labranza también se preocupan por un posible aumento de plagas. Sin embargo, en un suelo natural y realmente funcional, todas las formas de vida colaboran entre sí para crear un ecosistema saludable. Todos los ácaros, gusanos, protozoos, hongos, bacterias, nematodos y animales más grandes tienen una relación simbiótica y son realmente beneficiosos para el suelo, de maneras únicas y singulares.
CÓMO INCORPORAR EL MÉTODO SIN LABOREO EN TU CULTIVO
Empezar tu propio cultivo "cero labranza" en casa puede hacerse de forma sencilla y económica. Lo primero que debes hacer es preparar una mezcla de tierra de buena calidad. Para ello, existen muchas recetas diferentes. Una posible receta es: ⅓ aproximadamente de humus de lombriz (ya sea casero, o de una marca de buena calidad comprado en un centro de jardinería), ⅓ de musgo de fango de turba, ¼ de mejorante para airear la tierra (tipo perlita), 15% de tierra de la mejor calidad posible, y una mezcla de aditivos ecológicos para el suelo, como harina de kelp, harina de semillas de neem, minerales o conchas de ostras molidas.
Una vez hecha la mezcla, ponla en macetas, cúbrela con un mantillo (como por ejemplo paja) para mantener la humedad y déjala reposar. Igual que el buen vino, la buena tierra mejora con la edad a medida que las nuevas formas de vida empiezan a crecer en ella. Cuanto más tiempo repose la mezcla, más diversidad biológica tendrá. Cuando se acerque el momento de plantar, añade una capa de compost de buena calidad que también puedes preparar tú mismo (recuerda, mezclando dos partes de desechos “marrones” con una parte de desechos “verdes”). El compostaje es excelente para tu jardín y una forma maravillosa de reciclar los restos de la cocina o del jardín.
Cuando llegue el momento de la cosecha, corta el tallo lo más cerca del nivel del suelo posible. Extrae parte del cepellón de raíces, intentando no perturbar demasiado el resto del suelo. Las raíces restantes se descompondrán, fertilizando el suelo. Añade una buena capa de compost sobre la tierra, cúbrela con un mantillo (como paja), y ya estará lista para tu próximo cultivo.
REFLEXIONES FINALES
En definitiva, lo natural siempre es mejor. Aunque inicialmente pueda requerir un poco más de esfuerzo, a largo plazo definitivamente será más fácil, barato y sostenible. Y al menos tendrás la garantía de recoger una marihuana completamente sana y ecológica. ¡Ya no tendrás que preocuparte por los productos químicos dañinos!
¿Has probado el cultivo sin labranza? ¿Qué resultados tuviste? Déjanos un comentario a continuación, ¡nos encantaría conocer tu experiencia!