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Tras el descubrimiento de cannabinoides como el THC y el CBD, los investigadores empezaron a preguntarse cómo ejercen estas moléculas sus efectos sobre el cuerpo humano. Poco después, descubrieron una extensa red de receptores celulares: el sistema endocannabinoide (SEC).
Este hallazgo revolucionario no solo les permitió determinar cómo funcionan los cannabinoides, también reveló un sofisticado sistema fisiológico que ayuda al organismo a mantener la homeostasis.
Los científicos lograron identificar tres elementos clave en el sistema endocannabinoide: endocannabinoides, receptores cannabinoides y enzimas.
Los receptores cannabinoides desempeñan un papel fundamental en la función del sistema endocannabinoide. Ayudan a transmitir mensajes de los endocannabinoides de célula a célula, y del exterior de las células al interior. Encontrarás más información sobre su ubicación y funciones más abajo.
Los receptores CB1 se encuentran sobre todo en el sistema nervioso, aunque también están presentes en muchas otras zonas. Hasta ahora, la investigación ha identificado receptores CB1 en estas regiones del organismo:
Los receptores CB2, estudiados en menor medida, son mucho menos abundantes. Estos sitios se encuentran principalmente en el sistema inmunitario, pero también se localizan en concentraciones más bajas en otras zonas importantes del cuerpo. Los investigadores han encontrado receptores CB2 en:
Los receptores cannabinoides se encuentran en la membrana de muchos tipos de células de todo el cuerpo. Por un lado, existe el espacio extracelular, y por el otro, el interior de la célula. La membrana actúa como una barrera protectora donde los receptores responden a las sustancias químicas fuera de la célula.
Cuando un cannabinoide se une a un receptor cannabinoide, envía una señal al interior de la célula que provoca un cambio temporal en la función celular. La ubicación del receptor a menudo indica en qué procesos influye.
Los receptores cannabinoides actúan como intermediarios entre el espacio extracelular y el interior de la célula. Cuando se activan, estos receptores inician una serie de reacciones que hacen que las células modifiquen su actividad y desencadenen un cambio colectivo hacia un estado de equilibrio.
Los científicos del cannabis han reconocido el sistema endocannabinoide como un regulador homeostático[2]. Esto significa que ayuda a garantizar que otros procesos se lleven a cabo sin problemas. Las neuronas envían cannabinoides a los receptores incluso al revés[3], a través del espacio sináptico, para controlar qué sustancia química van a recibir.
Piensa en la temperatura corporal como un ejemplo de homeostasis. Si desciende demasiado o es muy alta, las funciones físicas no se producirán de forma adecuada. Nuestro cuerpo trabaja constantemente para mantener una temperatura segura de 36-37°C.
Todos nuestros sistemas corporales están en un estado constante de equilibrio fisiológico, y los endocannabinoides ayudan a mediar en este estado cuando es necesario. El sistema endocannabinoide tiene una función moduladora[4] en los siguientes sistemas:
Los fitocannabinoides a menudo tienen una estructura molecular parecida a la de los endocannabinoides. El THC tiene una forma muy similar a la anandamida, lo que le permite unirse y estimular los receptores CB1 y CB2.
La mayoría de las variedades de marihuana modernas se crían durante décadas para que tengan un contenido alto de THC. El THC induce su famoso estado alterado de conciencia al unirse a los receptores CB1 del sistema nervioso central, lo que produce un aumento de los niveles de dopamina, entre otros cambios fisiológicos.
Sin embargo, tanto el THC como la anandamida solo activan el receptor CB1 de forma parcial. Los científicos también han desarrollado versiones sintéticas del THC que activan este sitio en un grado muy superior, pero a menudo poco deseable. El THC también se une a los receptores CB2, donde actúa como un agonista parcial.
A diferencia del THC, el CBD tiene una baja afinidad de unión con los receptores CB1 y CB2. De hecho, los estudios demuestran que el CBD bloquea los receptores[5] CB1 ante la presencia de dosis bajas de THC, lo que posiblemente reduce su efecto psicoactivo.
El CBD también se une al receptor TRPV1, un sitio que más o menos está incluido en el sistema endocannabinoide. La activación de este receptor por parte de diversas moléculas influye en varios procesos fisiológicos.
El CBD también podría estimular de forma indirecta los receptores CB1 y CB2 mediante el aumento de los niveles séricos de anandamida. Esto se debe a que el cannabinoide parece inhibir la enzima FAAH, que normalmente degrada la anandamida, lo que convierte al CBD en un inhibidor de la recaptación de anandamida.
Los criadores han invertido mucho tiempo en el desarrollo de variedades de marihuana ricas en CBD para satisfacer la demanda de los consumidores. Para leer todo lo que hay que saber sobre estas cepas, consulta este artículo.
El sistema endocannabinoide desempeña un papel fundamental en el mantenimiento del equilibrio de la fisiología humana. Pero, ¿qué ocurre cuando este sistema se desequilibra? Las investigaciones indican que todos tenemos un “tono endocannabinoide”[6] óptimo, un término que describe el volumen de cannabinoides producido y que circula por todo el cuerpo.
La ausencia de endocannabinoides puede dar lugar a un estado conocido como deficiencia clínica del sistema endocannabinoide (CECD, sus siglas en inglés). ¿Cómo podemos mantener nuestro sistema endocannabinoide bajo control? Hay varias formas sencillas y naturales de reforzar el SEC:
El sistema endocannabinoide se ha revelado como un sistema primordial para la fisiología humana. Este sistema global regula numerosos procesos del cuerpo, por lo que tomar medidas para cuidar de tu SEC es una actitud muy inteligente. Esperamos con interés que la investigación futura continúe desvelando el funcionamiento interno de esta obra maestra de la biología.
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