Por RQS Editorial Team

El cannabis y el vino comparten un universo de sabores. La complejidad de sus aromas y gustos y la gran diversidad de variedades de ambos son algo único en la naturaleza. Combinar las dos grandes categorías de marihuana y vino e intentar maridar ambos en una nueva experiencia para el paladar es para algunos una afición. Una afición que se podría convertir en tendencia.

En la Vieja Europa, beber vino o cerveza acompañados de un porro no es una costumbre extraña para consumidores experimentados. En los EEUU, la cultura dominante y la propia ley en realidad "toleran" la marihuana más que el alcohol. En consecuencia, mejor que no te cojan en la calle con una cerveza en tu mano o en el coche con cualquier recipiente abierto con una bebida alcohólica, si tienes aprecio por tu historial policial. No importa si estás borracho o no, no puedes leer un libro y beberte una cerveza solo en un día soleado en Central Park. Pero el maridaje de vino y hierba (en privado) es otra moda que ha surgido con la legalización del cannabis en EEUU.

Paladear un vino blanco fresco durante una sesión de fumada es sin duda un placer para nuestro paladar y nuestro espíritu, aunque intentar combinar vino con humo de marihuana como si fuera un plato parece un poco pretencioso. Perfectamente consciente de los riesgos y las oportunidades, el creciente sector norteamericano del cannabis está empezando a fermentar uvas y cogollos juntos, desarrollando nuevas bebidas, clubes especializados, profesionales y colaboraciones. Ahora volvamos de nuevo al laboratorio.

LAS SUSTANCIAS QUÍMICAS ENTRE NOSOTROS

Los sabores del vino proceden de una combinación casi mágica de azúcares, ésteres, terpenos, pirazinas, tioles, lactonas y muchas otras sustancias con nombres curiosos, Botrytis cinerea incluida. ¿Habías escuchado hablar de ese hongo? Probablemente no lo quieras para tus plantas, pero aprecias el sabor afrutado y a miel que aporta a las uvas Sauternes o Tokaji.

En el vino, los ésteres proporcionan sabores afrutados, dando el típico aroma a manzana del Chardonnay. Las pirazinas transfieren su olor herbáceo al Sauvignon Blanc. Los tioles le confieren un sabor afrutado agridulce con toques a frutas del bosque a Burdeos, Cabernet o Merlot. Un vino tinto joven puede saber metálico, mientras los compuestos de azufre le dan un interesante sabor mineral al Chablis. La cantidad justa de bacteria en las fases de fermentación y envejecimiento aportan mucho valor a vinos exquisitos como el Amarone, porque añaden una increíble complejidad balsámica a sus sabores y aromas, de forma casi misteriosa.

La categoría química de los "terpenos" es el elemento principal que marihuana y vino comparten en lo que a sabor se refiere. Los terpenos otorgan una variedad de fragancias dulces, florales, resinosas o herbáceas a la cerveza y el vino. El matiz floral del buen Moscato o del Champagne, en el Sauvignon Blanc o el Gewurztraminer, y muchos otros aromas delicados como naranja, limón y rosas, proceden en realidad de los terpenos. Diferentes terpenos pueden llenar nuestros sentidos con olores más intensos, como pino, nuez, queso o hasta combustible. Los terpenos están presentes en concentraciones muy pequeñas en el material vegetal en bruto, pero juegan un papel fundamental en el desarrollo de las propiedades del vino, del cannabis y de vegetales en general. Se han identificado más de 50 terpenos diferentes en el vino y más de 100 en la marihuana.

SUPERPONIENDO LAS RUEDAS DE SABORES

Dado que el sabor y el olor no se reducen exclusivamente a los terpenos, la mayor complejidad molecular de los compuestos naturales del vino en comparación con las flores de la marihuana es la razón por la que existen más aromas perceptibles en el vino. Además, nuestra lengua puede apreciar el vino muy bien, mientras el humo se "saborea" principalmente mediante nuestro paladar y el sistema respiratorio. Por último, durante la combustión o vaporización, muchos terpenos se disuelven antes de alcanzar nuestros receptores. A pesar de ello, la propia naturaleza del cannabis, junto con la capacidad de los criadores para mejorar constantemente las genéticas de sus variedades y la interminable lista de combinaciones de cualidades y condiciones medioambientales nos ofrecen cogollos con sabores deliciosos y muy complejos. Justo como el vino.

Tanto los sabores del vino como los de la marihuana se pueden clasificar fundamentalmente en afrutados, florales, herbáceos, picantes y terrosos. Estos grupos primarios se pueden subdividir al antojo del sumiller, aunque la percepción final del individuo depende de muchos factores, desde las memorias personales de cada uno hasta las preferencias aromáticas para fumar, oler o saborear. Pero la cuestión es que muchos sabores del vino se perciben mejor en nuestros sentidos al comer ciertos alimentos, aquellos que "maridan" bien. Al mismo tiempo, una buena comida se convierte en deliciosa cuando se acompaña del vino apropiado.

¿MARIDAJE O REFRESCO?

En EEUU, y probablemente en alguna otra parte también, los sumilleres y los distribuidores de marihuana están intentando combinar o contrastar los sabores de diferentes variedades de marihuana con buenos vinos. Podemos fiarnos de ellos cuando nos sugieren algunos de los mejores espumosos, como Champagne o Prosecco, para refrescar nuestras bocas y gargantas secas de fumadores con unas burbujas carbonatadas. El factor refrescante juega obviamente un papel importante en la relación entre cannabis y vino, y el único problema podría ser parar de beber tras unos cuantos tragos, o enfrentarse al efecto séquito entre THC y alcohol.

Por la misma razón, tintos como el Pinot Noir, Merlot o Cabernet, son preferidos por los fumadores (de marihuana) porque prefieren vinos más redondos y con más sabor, bajos en taninos. El objetivo es evitar esa sensación de sequedad. Bueno, quizás. ¿Hay por ahí algún fumeta que rechace un Barolo, Burdeos o Rioja bien cargado de taninos mientras fuma, sólo porque estos exquisitos vinos le pueden dejar la boca un poco seca?

Pero hay más. Según los sumillers, un sabor cítrico como el de algunas variedades de marihuana de la familia Lemon, podrían combinarse con un blanco seco como Sauvignon, Pinot o Chardonnay. Aunque parece que los jóvenes fumetas estadounidenses se decantan más por blancos dulces como Riesling, Gewurtztraminer o Moscato. Qué curioso, ¿no?

Si bien es cierto que cepas de cannabis con aromas amargos y afrutados combinan bien con vinos espumosos como el Champagne o el Prosecco, también es cierto que cualquier fumador de tabaco barato juraría que su mierda marida bien con un espumoso bien frío, especialmente en un día caluroso en Central Park, si estuviese permitido. En serio, la frescura, la burbuja y la acidez de estos increíbles vinos los hacen muy refrescantes al fumar.

Otras variedades se adaptarían mejor a vinos minerales y secos, por supuesto. Es cuestión del lector decidir si una NYC Diesel marida bien con la mineralidad del Chablis o se debería contrastar con un Riesling afrutado. En cualquier caso, hablando de terpenos, ¿qué tal un canuto después de un buen café expreso? La combinación de terpenos tiene un sabor increíble también en este caso, ¡y tú escoges si sentirte nervioso o relajado!

En tu próximo viaje a Denver o Los Ángeles, no cometas el crimen de ofrecer a tus invitados un vino blanco seco mientras fuman una Cheese! Eso sería ofender su sentido del gusto, se compadecerían de ti y te marginarían. Combina vinos secos con variedades cítricas y evita cualquier Cheese. O simplemente sírvete un tinto joven y ácido y descubre qué sabor se podría neutralizar al fumar una Cheese o potenciar con una Lemon Shining Silver Haze. Eso resolvería cualquier problema de maridaje, ¡gracias a Dios!

El sabor astringente de los tintos estructurados también se podría compensar con variedades Cheese, o quizás potenciar con la dulzura de una Skunk. El vino dulce marida bien tanto con cepas terrosas y con sabor a pino, como con algunas cítricas. Como te puedes imaginar, los vinos con gran cuerpo piden variedades con gran cuerpo, probablemente índicas potentes, afrutadas y con aromas a madera. ¡Salud!

CANNABIS ROYAL QUEEN SEEDS  cafe

VINO CON CANNABIS, DENOMINACIÓN DE ORIGEN DE CALIFORNIA

Un grupo de productores de California solía añadir infusiones de cannabis en el proceso de fermentación de su uva, de toda la vida. Lo que empezó siendo para consumo privado o para compartir con amigos, está ahora intentando abrirse paso en el mercado. A pesar de que subirse al carro de la legalización con vino cannábico no es fácil ni siquiera en los EEUU, desde hoy, este innovador producto está disponible sólo en California. Otros estados que han legalizado completamente la marihuana, como Colorado, Washington u Oregón, no han permitido la venta de bebidas alcohólicas con cannabis.

En la receta californiana, hacer vino con hierba consiste en añadir cogollos secos al mosto en fermentación y dejar que ambos fermenten juntos, envejeciendo durante unos cuantos meses. El vino se llama, cómo no, Canna Vine. Media botella ronda la increíble cifra entre 120 y 400 dólares. Muchos opinan que es inevitable que ciertas variedades y marcas de marihuana acaben ganándose una reputación de la misma manera que uvas y bodegas han hecho durante siglos. Pero, ¿comprar una botella de vino cannábico por 400 dólares y venderla unos años después a 1.000? Improbable.

La extraordinaria variedad de cepas de marihuana, con sus cientos de cruces nuevos, abrirá una nueva cultura de degustación, con expertos profesionales del cannabis y un pujante sector normalizado, precisamente como los sectores del vino y el alcohol. La mitad del ocio del mundo gira alrededor del vino y la comida, y ahora un estado que es el cuarto mayor productor de vino del planeta, está incorporando una nueva baza para el sector.

 

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