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By Marguerite Arnold

Albania no es precisamente el lugar que viene a la mente de los europeos cuando piensan en modernidad. El pequeño país montañoso del Adriático (a menos de 100 kilómetros de Italia) tiene apenas 3 millones de habitantes. También es una de las naciones más aisladas y entre las más pobres del continente.

A pesar de esto, o quizás provocado por esto, el país ha sido el punto neurálgico de un creciente tráfico ilegal de drogas, entre ellas la marihuana, que las autoridades no han sido capaces de frenar. Desde los años 90 y su independencia del régimen comunista, Albania ha sido uno de los mayores productores de marihuana del continente, así como una vía de entrada para otras drogas que llegan de Asia y Latinoamérica.

Durante los últimos tres años, el país también ha visto un gran aumento de la lucha antidroga por parte de las autoridades locales, apoyadas por cuerpos policiales internacionales.

¿LA COLOMBIA EUROPEA?

Sólo este año, las fuerzas del orden albanesas han llevado a cabo 31 operaciones conjuntas, principalmente en colaboración con la policía italiana. Esto se suma a las más de 1.200 redadas efectuadas por las autoridades locales. Casi 9.000 efectivos policiales albaneses han participado en estas operaciones incautando nueve toneladas de marihuana.

Además también se han destruido entre 1,7 y 2,4 millones de plantas cultivadas en una superficie de en torno a 540 hectáreas. Esto supone casi cuatro veces la cantidad destruida el año pasado. Las plantas podrían alcanzar un valor en el mercado de unos 3.000 millones de euros (equivalente a un tercio del PIB albanés). Se efectuaron más de 250 detenciones y se busca a al menos otros 100 individuos.

El resto del mundo, a punto de aceptar como mínimo las propiedades de la marihuana medicinal (planteándose en algunos casos otro tipo de reformas), está alerta y pendiente de los acontecimientos en Albania.

Lazarat Albania cultivo ilegal cannabis enormes extensiones campos de tráfico marijuana mafiaLAZARAT: LA CAPITAL EUROPEA DE LA MARIHUANA

Según un informe de primeros de año sobre esta situación, presentado por el Departamento de Estado de los EEUU, "con la excepción del cannabis, Albania no es un productor principal de drogas ilegales, sintéticas o químicas. Obviando la marihuana, el consumo de drogas ilegales no es habitual".

La necesidad económica, una situación casi desesperada, es totalmente propicia para este mercado. Como un agricultor local declaraba en Manila Times este mes: "No estoy cometiendo ningún crimen, la desesperación me ha llevado a cultivar marihuana".

Los granjeros, especialmente en las zonas montañosas más remotas alrededor de la pequeña ciudad de Lazarus, no tienen muchas más alternativas para mantener a sus familias. Dos kilos de marihuana se venden por 600 euros, el mismo precio que los campesinos podrían conseguir por una tonelada de trigo.

Los cultivadores también están utilizando cepas holandesas de la planta, modificadas genéticamente y con ciclos de crecimiento más cortos, que por lo tanto ofrecen la posibilidad de cosechar cogollos varias veces al año. Hay tres temporadas, la primera a finales de mayo.

OFERTA PARA SATISFACER LA DEMANDA

Organizaciones armadas, muchas equipadas con material sofisticado, protegen los cultivos y exportan el producto hacia el resto de Europa. Una gran cantidad de la marihuana albanesa acaba en el Reino Unido, transportada a través de las vías tradicionales de entrada a Europa, como Grecia. Hay una creciente preocupación de que la mafia italiana y los activistas del Estado Islámico podrían estar involucrados en la distribución por el continente, usando los beneficios para financiar el resto de sus actividades criminales, como el terrorismo. Aunque esta situación parezca alejada de la realidad en el resto de Europa, está convirtiéndose en una guerra en la oscuridad.

En 2014, más de 800 efectivos de los cuerpos de operaciones especiales efectuaron una redada en Lazarat, terminando en un sangriento tiroteo con los habitantes del pueblo. Cuando la policía avanzó para arrestar a los agricultores, todoterrenos equipados con armas automáticas y antitanque comenzaron a dispararles.

La lucha antidroga en Albania es un proceso que consta de diferentes fases. Los helicópteros, principalmente italianos, rastrean terrenos escarpados localizando plantaciones. La policía luego tiene que llegar a ellas atravesando a pie un terreno inhóspito, guiados más que por mapas por pistas más reveladoras, como canalizaciones de agua para regar las plantas. Sin embargo, a pesar de los mayores esfuerzos para combatir el cultivo local, y el aumento de las incautaciones de plantas respecto a años anteriores, nada parece que vaya a cambiar. Desde el aire, las plantaciones de marihuana son difíciles de detectar. La mayor parte de las operaciones antidroga se limitan a interceptar camiones cisterna que se dirigen a zonas productoras de cannabis, arrestar a trabajadores cuando van a los campos y destruir el producto una vez se ha cosechado. Pero el verdadero motivo de que las cosas no cambien es muy simple: la demanda del resto del continente. Los europeos, según ciertos estudios, gastan hasta 24.000 millones de euros al año en sustancias ilícitas, una gran parte de ellos destinados a la marihuana.

LA LEGALIZACIÓN ES LA SOLUCIÓN

A pesar del refuerzo de la lucha antidroga, la mayoría de expertos admite que nada está cambiando. La forma de detener esta guerra cada vez más sangrienta que las redadas de la policía y el ejército no han frenado, es la legalización y regulación.

Irónicamente, al otro lado del mar Adriático, este otoño, el ejército italiano cultiva y distribuye marihuana (legalmente, por supuesto) a hospitales y farmacias. El gobierno alemán está valorando cuando empezar sus propios cultivos de cannabis (probablemente a partir de 2018). Mientras tanto, el cultivo personal, especialmente para uso terapéutico está siendo aprobado en cada vez más países.

Al igual que en los Estados Unidos, especialmente en los años previos a la legalización en los estados de Colorado y Washington, Europa está ahora enfrentándose a la difícil decisión de cómo y a qué nivel acometer la reforma de la marihuana. Según cifras de los cuerpos de policía norteamericanos, las incautaciones de marihuana en la frontera del país con México han caído año tras año durante los últimos 10. La legalización en Estados Unidos ha conseguido lo que la lucha antidroga en todo el continente no había conseguido, debilitando así a los cárteles. No hay razón para creer que la misma estrategia no funcionaría en Europa.

También hay razones para confiar, a pesar del aumento de las actividades antidrogas del ejército albanés, en que las autoridades estén llegando a la misma conclusión.

 

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